La alegoría que nos transmite el Ocho de Espadas presenta unas connotaciones muy comprensibles, sobre todo si nos centramos bien en los elementos que la componen: una mujer se encuentra maniatada y con los ojos vendados, mientras ocho espadas hincadas en el suelo la rodean, cercándola e impidiéndole salir de ese encierro. Un pequeño riachuelo corre bajo sus pies, recordándonos el aspecto emocional de este palo, pues las espadas, símbolo de aire y de todo lo mental e intelectual, denotan que la confusión y encierro que sufre la protagonista del naipe son debidos a sus propios pensamientos y emociones.
El Ocho de Espadas nos habla, sin lugar a dudas, de parálisis e incapacidad para reaccionar. Existe el sentimiento de no poder escapar o de sentirse atrapado, quizá por temor a realizar cambios o por un sometimiento e intimidación venidos desde el exterior. Es posible que el consultante se sienta amenazado y perjudicado, haga lo que haga, porque se le somete en todo momento a una férrea crítica por parte de los demás.
Es muy probable que esas personas que tanto daño le hacen, al menos moral y emocionalmente, se encuentren cerca y la puedan calumniar, juzgar o condenar. Por eso, el consultante tiene miedo a dar el siguiente paso, presa de una baja auto-estima, lo cual origina que sus emociones entren en conflicto y le impidan ver lo que debe hacer.
Esta carta también podría hablar de enfermedad o de un exceso de responsabilidad. Sea como sea, representa graves dificultades y exige una transformación necesaria, aunque no exenta de dolor y contradicciones. Por eso, nos alienta a reconsiderar con cuidado los compromisos contraídos y las decisiones tomadas.
Invertida o mal ubicada en la tirada no mejora su augurio, pues igualmente habla de falta de fuerza, soledad y aislamiento. Ese fatalismo y auto-condenación nos hace esclavos de nuestras debilidades, desconectándonos de la realidad y facilitando el aumento de nuestra inseguridad.
Es obvio que su consejo, también cuando aparece invertida, sea que debemos prepararnos para afrontar un periodo particularmente difícil de nuestra existencia, sobre todo por las frustraciones e infelicidad mental que nos vamos a generar a nosotros mismos.