POR QUÉ TENEMOS PESADILLAS NOCTURNAS


Pesadillas

Pesadillas

 

Me adentro hoy en un tema que todos hemos experimentado alguna vez, y que no por ello deja de ser inquietante. Sus abundantes y variadas manifestaciones originan en el soñador todo tipo de preguntas al respecto, siendo frecuente que nos pasemos unas cuantas horas, si no varios días, dándole vueltas al asunto para tratar de extraer una explicación adecuada a semejante experiencia. En ocasiones resultan tan vívidas e impactantes, que causan una profunda convulsión en nuestro interior.

 

En general, las pesadillas son sueños que generan sensaciones de miedo intenso y que nos despiertan cuando nos encontramos en una fase REM, es decir, en ese momento en el que generamos unos movimientos oculares rápidos. Dicha fase del sueño se repite cada 90 ó 115 minutos, por lo que pueden darse varias pesadillas en una misma noche, aunque según indican los psicólogos, éstas sean más frecuentes al amanecer. Cuando los sueños de estas características se repiten con cierta frecuencia y de manera intensa, comienzan a ser un problema, pudiendo originar como consecuencia trastornos adicionales que rompen nuestro patrón normal de sueño.

 

Todos sabemos que las pesadillas son muy comunes durante la infancia, e incluso se considera normal que haya niños que las padezcan de manera repetida. En el fondo se especula con la posibilidad de su intensa capacidad receptiva, debido a la cual son más vulnerables a los cambios y situaciones traumáticas. De ahí la «normalidad» de que lo revivan de manera magnificada durante el sueño. De todas formas, hay casos de niños que necesitan un tratamiento psicológico, porque estas manifestaciones oníricas pueden llegar a alterarles la vida normal. En ocasiones, también sucede con los adultos, ya que hay personas a las que las pesadillas no les dejan dormir las horas necesarias, o les afectan en lo que denominamos «vida real».

 

En los más pequeños suelen producirse pesadillas al inicio del sueño, en las dos o tres primeras horas después de haberse ido a dormir. Es lo que se conoce como TERRORES NOCTURNOS, y están ligados a la o las experiencias que ha vivenciado el niño mientras permanecía despierto o en estado de vigilia. Sin embargo, y tal como he indicado antes, las pesadillas más profundas, esas de las que hablo en este artículo, se producen generalmente cuando el sueño está ya bastante avanzado.

 

Pero ¿por qué se producen las pesadillas en los adultos? Sin duda, esta es una pregunta que nos hacemos todos los interesados en el mundo onírico, dado que son experiencias realmente angustiosas en las que el soñador cree vivenciar y experimentar de verdad todo lo que está visionando en su sueño. A este respecto, y en cuanto al origen de las pesadillas en los adultos, únicamente se sabe lo que los psiqiatras, psicólogos y especialidas han podido determinar. Mediante diferentes estudios se ha podido establecer que el estrés psicosocial, así como la ansiedad, tienen mucho que ver en su aparición, ya que muchos problemas o situaciones que nos impactan a lo largo del día se procesan en forma de pesadillas y sueños molestos durante la noche.

 

Las valoraciones terapéuticas de los afectados casi siempre dejan al descubierto algunos factores emocionales asociados a las pesadillas. También es posible que estén relacionados con el síndrome de estrés postraumático, que se da en personas que han vivido acontencimientos traumáticos de gran calado, como puede ser un atentado, una violación o una agresión.

 

Para los psicólogos, este tipo de sueños no tienen por qué ser estrictamente negativos, ya que pueden servirnos para entender mejor qué pasa por nuestra cabeza, así como ayudarnos a encajar determinados cambios que se han producido en nuestra vida y que nos han dejado descolocados. Es lo que los profesionales llaman función de adaptación del sueño, y que nos sirven para completar o finalizar un proceso que durante la vigilia no hemos comprendido del todo o no hemos terminado de asimilar. No obstante, para llegar a ese punto hace falta que dediquemos algo de nuestro tiempo personal oara analizar lo soñado, y así poder incorporarlo a nuestra vida «digiriéndolo» de manera correcta.

 

Aparte del aspecto psicológico, también hay una serie de factores físicos que nos pueden generar pesadillas. Con frecuencia, éstas se caracterizan por ser sueños angustiosos y pesados durante los que practicamos una respiración entrecortada y con opresión en el pecho. De ahí que los problemas digestivos estén muy relacionados con este desagradable fenómeno nocturno. Una mala digestión o una cena demasiado copiosa pueden ser la causa de que nuestra cabeza genere una pesadilla en la noche.

 

La fiebre elevada o alguna enfermedad dolorosa también pueden provocar la pesadilla; por eso, las causas físicas deben ser las primeras a descartar en el momento de tratar de interpretar nuestros sueños. Sin duda, nuestro cuerpo nos habla, y durante el periodo del sueño, cuando más relajados y desconectados del mundo estamos, él no deja de contarnos todo aquello que le angustia y molesta. De ahí que debamos aprender a separar el trigo de la paja, o lo que es lo mismo, los fenómenos físicos de lo que realmente es una pesadilla originada por nuestro subconsciente.

 

Algunos factores externos a nosotros también pueden ser motivo de pesadilla. Que estemos durmiendo no quiere decir que nuestro cuerpo deje de realizar sus funciones, ya que nuestros sentidos continúan alertas aun en estado durmiente. Por eso, los ruidos, los olores o los movimientos a los que podemos vernos sometidos mientras dormimos pueden ser también la causa de un mal sueño.

 

Lo más importante de una pesadilla es el mensaje que se puede extraer de ella. Al estar relacionada, bien con el cuerpo o bien con la mente, nos va a proporcionar información sobre nosotros que probablemente desconozcamos. Por eso, es interesante que recordemos el mayor número de datos y los tengamos presentes a la hora de buscar su interpretación. Posiblemente estemos olvidando una información muy valiosa que nos dan los sueños sobre nosotros mismos.

 

Espero que con todo lo aquí expuesto, los terrores que podamos experimentar al vivenciar una pesadilla nocturna dejen de asustarnos. Extraerles bien su explicación, y así darle un sentido racional y coherente a ese miedo que nos ha asustado durante la noche, será ya pan comido.

 

¡Felices sueños, amigos!

 

 

 

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